El día 8 de marzo de 2022, se entregaban los restos de Francisco Báscones, asesinado en septiembre de 1936 y arrojado a la fosa común de Fuentarrero, en Villanueva de Odra, junto a otros siete vecinos de la comarca, lugar de donde fueron exhumados en 2007 y enterrados en el cementerio de Villadiego ese mismo año.
La caja número seis era la que correspondía a Francisco Báscones y fue recogida por su nieto, Francisco Javier, de manos de Soledad Benito, presidenta de la Coordinadora por la Recuperación de la Memoria Histórica.
La familia recuperaba al abuelo, ese hombre sencillo, que se dedicaba a cultivar la tierra para sacar a sus cinco vástagos adelante -cuatro hijas y un varón, Longinos, el padre de Francisco Javier- y que acabó fusilado sin saber por qué, como en tantos otros casos.
Junto a los restos, se entregó a la familia el dossier y un álbum de fotografías de los trabajos de exhumación.
Apenas unas horas después, esos restos fueron incinerados en Burgos y hoy la urna con las cenizas está ya en Bilbao, donde reside el nieto y parte de la familia Báscones. Su destino final será Orduña, donde hace años se esparcieron las cenizas de su hijo Longinos y su nuera.
Francisco Javier comentó que su padre nunca quiso hablar del fusilamiento, pero quizás ese silencio sirvió para alimentar la curiosidad de éste, que supo del destino de su abuelo por un buen amigo de Álava, sacerdote natural de Villanueva de Odra. “Fue un sin sentido, yo creo que mi abuelo no tenía ideas políticas, parece ser que votó a un amigo que se presentó por el Partido Republicano”, asegura, recordando que a su abuela le quitaron todo y quedó en la indigencia, y que no fue hasta muchos años después cuando le reconocieron una pensión como viuda de un fusilado del franquismo.
Por su parte, ha sido hace un mes, tras jubilarse, cuando comenzó a investigar la “desaparición” de su abuelo, en Villanueva de Odra y Villadiego, desde donde le remitieron a la Coordinadora. Y tras el contacto, todo resultó más fácil hasta llegar al emotivo día.
Francisco Javier y su familia no tienen más que palabras de agradecimiento para Soledad Benito y el resto de miembros de la entidad, de los que alaba la seriedad del trabajo que llevan a cabo.
Con la entrega de los restos se cumple el objetivo final de la Coordinadora.
En el nicho del cementerio de Villadiego aún quedan los restos de otros cuatro asesinados y arrojados a la fosa de Fuentarrero.
A todos ellos fueron dirigidos los versos de Carlos Álvarez: “Mejor se entierra el plomo tras el pecho de un árbol que entre las jóvenes ramas del hombre…”.
“Lección de Historia”. A Blas de Otero.
Dicen que el año mil novecientos treinta y tantos
la tierra de mi patria dejó de ser de tierra,
porque se convirtió en un suelo estéril
enemigo del trigo y de la lluvia;
que los ríos perdieron temblor y transparencia,
y supieron la forma concreta de la muerte;
que las noches no fueron compañeras del viento,
y los robles doblaron su medrosa estatura
temerosos de una bala perdida…
(mejor se entierra el plomo tras el pecho de un árbol
que entre las jóvenes ramas del hombre,
y mejor todavía
en la corteza muda de la tierra, en las minas…).
También dicen que en tiempos muy lejanos,
siglos y siglos antes del sputnik primero,
pero siglos más tarde
de que el hombre lograra que el sudor de otro hombre
llegara hasta sus manos con el brillo del oro,
también dicen que entonces
los ríos se secaron y el aire se hizo espeso
alguna vez en Gilboé y en Hiksos,
y en la llanura encrespada
de Maratón, bajo el cielo de Grecia.
No sé, yo no recuerdo.
Ni me teñí las manos con sangre filistea,
ni me importaron nada la ambición de Alejandro
ni la sed insaciable de Darío…
y del duelo entre Oriente y Occidente
-ese duelo pendiente todavía
según dice la prensa-,
del duelo entre Persépolis y Atenas,
ya sólo me interesa la hazaña del atleta
que corrió sin descanso
desde la última herida de lanza
hasta el canto primero del pueblo alborozado.
Son cosas ya pasadas:
historias de otros tiempos y otros hombres:
de los hombres que lucharon en Troya
o que sintieron miedo en las trincheras
unos minutos antes del combate en el Ebro…
Yo no sé de esas cosas:
yo soy un hombre que ha nacido más tarde,
alejado en el tiempo de Brunete y Guernika;
alejado del odio por amor a la tierra…
amigo de la tierra y enemigo del odio.