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    Fuente   El Plural   Fecha de Publicación   02 de Junio de 2009  
       
Enlace con la Noticia   http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=34543
Mayor Oreja, un político de firmes y variables convicciones
 

 

Sólidas convicciones y gran flexibilidad de adaptación al cambiante devenir político. Éstas son dos de las cualidades que ha de tener un buen político. Y Mayor Oreja, cabeza de lista de la candidatura a las elecciones europeas por el PP ha demostrado, en su larga trayectoria política, tenerlas en grado superlativo. Para muestra tres botones.

El primero está relacionado con su actitud sobre la dictadura de Franco. Todavía en el año 2007, con ocasión de la Ley de Memoria Histórica y 32 años después de la muerte del dictador, su arraigada convicción sobre la bondad del régimen anterior le llevó a no condenar el franquismo porque, decía, que la dictadura “representaba a un sector muy amplio de españoles” que vivieron “una situación de extraordinaria placidez”. Sin embargo, ello no fue obstáculo para que, mientras que en los años de la transición unos aprendían a tocar la guitarra, él se jugara la vida en el País Vasco para traer la democracia a España. Al menos, esto le espetó a López Aguilar en el “cara a cara” que protagonizaron hace unos días en televisión. ¿Es ésta, o no, una muestra de una firme convicción profranquista, a la vez que evidencia una enorme flexibilidad de adaptación al sistema democrático?

En el tema del aborto ha demostrado, asimismo, una profunda convicción antiabortista al condenarlo sin paliativos, hasta el punto de alinearse con unas recientes y polémicas declaraciones de monseñor Cañizares en las que éste afirmaba que la tortura, la violación y, por ende, traumatizar de por vida a unos menores, perpetrada durante decenios de años por eclesiásticos de la Iglesia Católica en colegios irlandeses, es menos grave que la interrupción del embarazo realizada según los términos establecidos por las leyes. Mayor Oreja apostillaba, además, que el aborto es “la cultura de la muerte; es el pisoteo de la dignidad de la persona”. No obstante, este político y creyente practicante, de misa semanal con chófer y coche oficial, perteneció, desde 1996 hasta el 2001, a un gobierno que no sólo mantuvo la ley del aborto y, por consiguiente, amparó, según sus propias creencias, el asesinato de niños, sino que abanderó una guerra que ha producido y sigue produciendo cientos de miles de víctimas. ¿Puede existir un mayor grado de armonía entre la convicción en las creencias y la flexibilidad en su aplicación?

Por último, en relación con la política antiterrorista contra ETA, cuando fue ministro de Interior era partidario, a tenor de sus afirmaciones, de un “final dialogado cuando se produzcan las condiciones para dialogar. Pero eso implicaría la inequívoca voluntad de bajar las pistolas”. Exigía como condición previa al dialogo una tregua, como así ocurrió con posterioridad. Pero su postura se modificó radicalmente con el cambio del signo político del Gobierno, de tal forma que cuando fue Zapatero quien inició un nuevo proceso de diálogo con ETA, y a pesar de que no se rebajó como su jefe que llamó a la organización terrorista Movimiento de Liberación Nacional Vasco, Mayor Oreja valoró muy negativamente esta iniciativa manifestando, entre otras lindezas, que “Zapatero necesita indispensablemente a ETA para debilitar la nación y sus valores”. ¿Cabe pensar en alguien con mayor ductilidad de pensamiento que le permita sostener un convencimiento y, a la vez, el contrario?

Mayor Oreja, por tanto, es el político ideal, por su probada versatilidad, para representarnos en Europa cualquiera que sea el posicionamiento que haya que defender o atacar. De arraigadas convicciones éticas, políticas y religiosas tiene la suficiente flexibilidad para adaptarse tanto a una democracia como a una dictadura, enfrentar el terrorismo de una forma y la contraria y, por último, defender la vida que él considera humana desde que es un mero zigoto o apoyar una cruel guerra de invasión y exterminio donde mueren personas que ven, oyen, huelen, tocan, gustan y, sobre todo, piensan y tienen sentimientos. Mayor Oreja es, en fin, un político de sólidos principios que, parodiando a Groucho, si fuese necesario, no tiene ningún inconveniente en cambiarlos por otros.